En la sección de colaboraciones con otros profesionales de la salud y el bienestar en general.
Os presento a Marta Guerri Pons Psicóloga, redactora y gestora de contenidos Psicoactiva.com que en este artículo nos habla de como preparar la adolescencia.
La crianza de los hijos puede ser la tarea más gratificante en la vida de los adultos. No hay nada que nos dé más alegría y orgullo que un niño feliz, productivo y cariñoso. Cada edad y etapa del desarrollo infantil tiene metas y tareas específicas. Para los niños de brazos es comer, dormir y explorar su mundo. Para los adolescentes es desarrollar su propia identidad dentro del grupo de sus amigos. Los adolescentes necesitan de muchas destrezas para poder lograr una de las metas más importantes en el proceso de desarrollo que es su mayor independencia. Algunos no logran hacer ésta transición de la pubertad hacia la adolescencia sin problemas. El paso de los adolescentes hacia una etapa de mayor libertad puede causarles a los padres y a ellos mismos tristezas y estrés. Esta transición tiene aspectos un poco difíciles, que aunque en ocasiones son normales, si pueden generar mucha tensión. Y es aquí donde los padres deben estar preparados para actuar. Comenzar temprano es la mejor forma de prepararse para la adolescencia de los niños.
El ciclo vital del ser humano está constituido por una secuencia compleja de períodos de una relativa tranquilidad y períodos de grandes cambios, frecuentemente acompañados de crisis. Cada una de las fases del ciclo vital humano le hace exigencias específicas a la estructura física y síquica de las personas. El período de cambios y crisis que se designa con el nombre de adolescencia es sin duda el más complejo. Abarca, más o menos, la segunda década de la vida. Lo más evidente de éste período, son los cambios del cuerpo de niño o niña a hombre o mujer adulta. Este crecimiento corporal que lleva a la maduración física, que incluye la posibilidad de la sexualidad adulta, interactúa continuamente con los importantes cambios que se están produciendo en la estructura síquica del adolescente.
Proveer un ambiente seguro y de cariño en el hogar
Se refiere a la seguridad no solamente material sino emocional. El joven además de necesitar el techo, la comida, vestimenta y demás requerimientos materiales básicos, requiere de un ambiente tranquilo que fortalezca su vida emocional y afectiva. Esto tiene que ver con el tipo de relación de pareja que hayan llevado sus padres. En los hogares donde ésta relación se ha tornado conflictiva, llevan a los jóvenes a desarrollar relaciones conflictivas no solamente con sus padres y demás hermanos sino por fuera del ámbito de su hogar. Puede que el joven manifieste éste conflicto, actuando en consecuencia en las relaciones con las demás personas. Riñas con sus compañeros, mala relación con sus profesores y comportamientos inadecuados con las personas que lo rodean. Por el contrario, si en su hogar el niño percibe un ambiente de amor entre sus padres, con expresiones de afecto y amor, materializadas en la vida cotidiana diaria, percibirá un ambiente de seguridad y de afecto que lo llevará a ser consecuente con sus padres, hermanos y demás allegados. Hay un aspecto muy importante, que puede marcar el grado de complacencia del joven con el ambiente que percibe en su hogar; es la cantidad de tiempo que permanece en el hogar. Cuando el ambiente es bueno, el adolescente querrá estar más tiempo interactuando con sus padres y hermanos, y aún más, querrá en compañía de sus amigos y compañeros de colegio desarrollar actividades lúdicas y de estudio. El desempeño académico puede ser otro indicador del tipo de relación que el joven esté viviendo en su casa, especialmente cuando presenta cambios bruscos en su rendimiento.
La crisis económica a la que se han visto abocados muchos hogares, ha provocado crisis en los matrimonios y por consiguiente en los adolescentes. En este caso, para que el joven pueda comprender la situación y afrontarla con mayor fortaleza, es conveniente explicarle en detalle la situación por la que se está pasando, haciéndole ver que puede ayudar a su solución en la medida de su comprensión, multiplicando su esfuerzo en sus estudios, en su trabajo en casa, mientras sus padres logran superar los inconvenientes.
Crear un ambiente de honradez, confianza y respeto mutuo
El hogar es una especie de laboratorio, donde se presentan todo tipo de relaciones interpersonales entre los miembros de la familia. Es el primer escenario donde el joven va elaborando sus valores, sus ideales, sus conductas, su relación con las demás personas, su autoestima, su confianza en sí mismo y en los demás. De acuerdo como se desempeñe en el entorno familiar, con sus debilidades y fortalezas, así va a manifestarse en los demás ámbitos de su vida. En el colegio, con sus amigos y en la sociedad en general. Los padres que son los directores de ése laboratorio que es el hogar, van entregando los elementos que le van formando su personalidad; no solo verbalmente sino lo más importante, con el comportamiento, con sus actos fuera y dentro del hogar.
La honradez es uno de los valores que van a fortalecer al joven en su desarrollo futuro. Entendida no solamente como el no apropiarse de los bienes ajenos, sino como un valor esencial e integral en la vida de las personas. El esfuerzo y la persistencia propios para conseguir los fines propuestos sin aprovecharse del esfuerzo de otros, el cumplimiento de las pautas y compromisos acordados con las demás personas, el logro de los objetivos sin infringir normas o pautas sociales, son valores, que deberán ser inculcadas al joven por sus padres, de una manera permanente y consecuente.
El respeto por los demás es un valor que debe nacer del seno del hogar. Los padres que son las primeras personas que interrelacionan con el joven deberán marcar la pauta entre ellos mismos y los demás miembros de la familia. En éste escenario los jóvenes tienden a imitar a sus padres que son inicialmente las figuras más importantes para ellos. Es fundamental recalcar que el respeto es una práctica de doble vía.
Permitirle al adolescente la independencia apropiada para su edad
Existe la tendencia en algunos padres de permanecer con la protección que ha tenido con el niño, durante la época de la adolescencia. Una sobreprotección puede llevar al joven a un desarrollo menor de sus habilidades para tomar decisiones, para decidir lo conveniente o inconveniente. El joven naturalmente a medida que empieza a elaborar otras figuras importantes a parte de sus padres (amigos, profesores), desea tener más autonomía e independencia. Es conveniente ir gradualmente concediéndosela, conservando discrecionalmente la potestad de saber sobre sus actividades, sus amigos, los sitios que frecuenta etc.- Hay que recalcarle que la independencia también implica responsabilidad sobre el manejo de sus actos. Que ésta se logra no por la obligación que tengan sus padres de concederla sino por los méritos alcanzados por él mismo. Una independencia excesiva de la tutela de sus padres puede llevarlo a afrontar situaciones para las cuales no está preparado que le pueden ocasionar problemas futuros.
Desarrollar una relación con el niño que le permita confiar en los padres
En la medida que el joven encuentra fuera del hogar otras personas con quienes intercambiar experiencias, juegos u otro tipo de actividad lúdica, como sus compañeros de colegio, amigos de juego, va desarrollando con ellos una relación de confianza (de hecho con sus amigos de colegio pasa más tiempo que aún con sus padres), en ciertos temas como la sexualidad, las relaciones con el sexo opuesto y otros tópicos que los padres en ocasiones evitan tratar con sus hijos. Esto puede ocasionar que el joven busque sus amigos para intimidar sobre aquellos. Aquí es donde los padres deben actuar a tiempo para ganar su confianza y generar un ambiente en donde el joven encuentre una ayuda para dilucidar problemas que deberá afrontar en la transición de la pubertad hacia la adolescencia. En ésa relación de confianza se pueden tratar todos los temas considerados tabú, como las drogas, la sexualidad, su autoestima, su vida afectiva etc.
Enseñarle la responsabilidad
Como la adolescencia implica un desprendimiento gradual de la tutela paterna, los padres deben hacerle saber al joven que ése espacio que queda debe ser ocupado por él mismo para manejar sus objetos materiales y los compromisos que poco a poco va adquiriendo, por ejemplo en el colegio, con sus compañeros y por supuesto con los demás miembros de la familia. El espacio vital del joven que incluye el espacio físico (su sala de estudio, su cuarto), que implican un escenario para su intimidad, debe ser administrado por el adolescente, de una manera responsable con la certeza que ésa independencia adquirida le representa unos deberes consigo mismo y con los demás miembros de la familia.
Enseñarle la importancia de aceptar límites
La importancia de inculcar al adolescente la capacidad de aceptar límites, empieza por las pautas que debe cumplir dentro del hogar. No transgredir los espacios de los demás, respetar los objetos materiales de sus hermanos y de sus padres, horarios de salida y de llegada a la casa, normas de comportamiento en la mesa, orden en su cuarto, volumen adecuado para escuchar música etc.; todo esto lo irá formando para que en el futuro tenga la capacidad de adaptación a los diversos escenarios que deberá encontrar en la universidad, en el trabajo y aún en sus relaciones afectivas con otras personas.
Todos estos procesos pueden resultar complejos en algunos casos, pero como ocurren gradualmente se pueden ir asimilando aún desde el período de la infancia. Los años de la adolescencia del niño serán de menor estrés cuando los padres y los niños han trabajado juntos en éstas tareas a través del desarrollo infantil previo.
La habilidad de hablar abiertamente acerca de los problemas es uno de los aspectos más importantes en la relación padre-hijo. Desarrollar ésta relación requiere persistencia y comprensión. Los padres deben aprovechar la oportunidad de pasar tiempo con los hijos durante las comidas, contándoles historias, leyéndoles, jugando con ellos, durante las vacaciones, excursiones o celebraciones. Esta relación crea una base de confianza que le permite al niño, discutir con sus padres los problemas y conflictos que surjan durante la adolescencia.
Marta Guerri Pons
Psicóloga