La agilidad emocional es nuestra capacidad de conectar con nuestro mundo interior, pueden ser pensamientos, emociones o recuerdos de la infancia o el pasado que se quedan como patrones instaurados y posteriormente pueden ser factores limitantes. La agilidad emocional es la habilidad de convivir con todos esos factores de forma saludable, siendo coherentes con nuestros valores. Se trata de conectar con nosotros mismos para avanzar a la persona que queremos ser.
¿Cómo podemos usar nuestras emociones para extraer lo mejor de nosotros?
Lo contrario a la agilidad emocional es la rigidez emocional, que es cuando nuestros pensamientos y emociones negativas o incomodas nos dirigen a actuar de una manera que no se corresponde con nuestros valores. Es importante encontrar los indicadores que permiten a las personas a lidiar con sus circunstancias de manera saludable y útil. Y cuáles son los indicadores que hacen que las personas se queden atascadas en un pozo sin fondo.
Es importante expresar las emociones, no bloquearlas o encapsularlas, mas bien aceptarlas. Esto esto es reconocer nuestro sentir y estar dispuestos a reconocer que como seres humanos tenemos una gama distinta de emociones. Unas son positivas o agradables y otras negativas o incomodas. Todas nos son útiles.
Son adaptivas
Las emociones nos ayudan a adaptarnos, a desarrollarnos y a sobrevivir, y cuando nos apartamos de ellas estamos dejando de usar algo fantástico. Puede ser complejo e incómodo pero hemos desarrollado un sistema de señalización como especie, que nos permite sentir miedo ante situaciones amenazantes, por ejemplo: si te van a atacar y no vas a sentir miedo no vas a sobrevivir, ya que las emociones se conectan con mecanismos de supervivencia.
Cuando nos encontramos inmersos en ideas que forjan a que la felicidad se mantenga de manera permanente, no estamos capacitados a vivir el mundo tal como es, ya que el mundo contiene eventos tristes, aparecen enfermedades, el envejecimiento, etc. No podemos elegir vivir solamente de buenas experiencias, la vida va a traer dificultades y no se puede pretender que esas dificultades no existan.
Vivir es bello no fácil, y en gran parte de la vida hay pérdidas y por tanto tristeza.
Todas las emociones son útiles
Cada emoción negativa o incomoda tiene un valor, por ejemplo: no podemos enfadarnos por cosas que no nos importan. El malestar es el precio que hay que pagar para poder tener una vida plena. Cuando nos abrimos a preguntarnos, que me está diciendo esa emoción que puede ser importante para mí, empezamos a encontrar el camino para hacer los cambios que tenemos que hacer en nuestra vida.
Hoy en día la depresión es la primera enfermedad de discapacidad, superando al cáncer y a las enfermedades cardiovasculares y ese incremento se ha visto en niños. La manera como lidiamos con nuestro interior define todo, hace que podamos cumplir nuestros objetivos, influye en nuestras relaciones, nuestra salud general, y en todos los aspectos de la vida. Y no existe en la escuela o en la sociedad recursos que ayuden a los niños a desarrollar la destreza emocional, que los enseñe a ser ágiles emocionalmente en un mundo complicado y cambiante.
Los padres intentamos hacer lo mejor que podemos, pero es necesario transmitirles que van a sentir emociones positivas como la felicidad y emociones incomodas como la tristeza o la rabia. Es posible enseñarles por medio del propio ejemplo para que el niño cuando sienta tristeza pueda reconocerla y así desarrollar la habilidad de etiquetar su propias emociones. Y saber que son pasajeras.
Los 4 elementos de la agilidad emocional
Mi colega Susan David, Doctora en psicología y profesora de la Universidad de Harvard describe a partir de cuatro prácticas, y son fundamentales para interiorizar el nivel de bienestar que es esencial para nosotros. Se dividen en:
- Expresar: mostrar lo que sientes, las emociones, de forma tal que exista una comunicación con el entorno.
- Nombrar la emoción: y por tanto poder alejarse, tomar distancia, que consiste en ver las emociones desde un lado más objetivo, por ejemplo; los adultos usamos etiquetas como “estoy estresado”, lo que engloba diferentes factores como estrés y desilusión, por tanto al ser más específicos y precisos con la descripción de la emoción, aumenta la disposición que permite comprender porque sentimos lo que sentimos, y así poder buscarle soluciones. Los niños que son capaces de diferenciar sus emociones y etiquetarlas, tienen mejor salud mental, podemos ayudarlos a diferenciar “¿Es tristeza, o estas frustrado?”, o diferenciar entre sentir rabia o sentirse rechazado. Eso los ayuda a comprender cuales son las causas reales de los sentimientos.
- Ir en dirección de lo que valoramos: preguntarse el porqué, cuestionarnos si estamos siendo quienes queremos ser y si estamos enfocados en función de nuestros valores. Por ejemplo: si estoy muy preocupado por el crecimiento profesional, es posible hacerse la pregunta de: ¿Cómo puedo crecer más en mi trabajo?, ¿Qué proyectos puedo comenzar en relación a lo que valoro?, ¿Estoy haciendo lo que quiero? etc.
- Hacer lo que valoramos: Avanzar, implica de que forma se hacen los cambios, que medidas debemos tomar para estar conectados con lo que deseamos y valoramos.
Es importante poder lidiar con las emociones y enseñarle a los niños a tener el criterio de identificarlas y manejarse ante ellas, ya que a futuro les dará herramientas para lidiar con la sociedad y los cambios en el mundo.