El cambio en el proceso terapéutico es nuestro objetivo global en el paciente. Ello depende de una buena alianza terapéutica y factores comunes.
- Los Factores comunes (del terapeuta respecto al usuario): empatía, calidez, coherencia, motivación, visión positiva y empoderamiento.
- La alianza terapéutica, necesaria pero no suficiente para el cambio. Pese a que ésta hace referencia a la capacidad del usuario para colaborar activamente en la terapia, no debemos pensar que recae todo el peso en él. A pesar de que algunas teorías digan lo contrario, el terapeuta debe instigar y empujar hacia la consecución de objetivos y trabajo personal del paciente. Debe ser el Pigmalión del demandante como veremos más adelante.
Conviene aclarar, que a partir de ahora nos referiremos al paciente casi siempre, como USUARIO. Nuestra filosofía de intervención descarga responsabilidades en la persona que demanda. Socialmente, el término paciente, implica padecer algo, y recibir tratamiento. Ciertamente, nosotros queremos implicar a la persona en su propio proceso de cambio, en su proceso terapéutico. Intentaremos convertirlo en un agente activo.
Por otra parte, el término cliente, no es del todo incorrecto en la actividad registrada. Existe una demanda, una oferta y una transacción económica por unos servicios prestados. Pero, de nuevo, buscamos ir más allá en el concepto de relación terapéutica, y el término cliente, resulta en muchas ocasiones escaso y distante para la implicación que se pretende por nuestra parte.
Es importante conocer con quien nos vamos a comunicar, tanto en el “rol sujeto a diagnostico” como en el “rol social”.
El “rol diagnóstico”: debemos tener en cuenta varios tipos de usuarios distintos (Ávila, 1994). Nuestro trabajo tanto en la evaluación como en el desarrollo de la terapia, dependerá de la correcta identificación de la demanda para poder ajustarnos al individuo:
- Aquel que sufre por sintomatología o bien por problemas para pensar de forma clara. La demanda y expectativa principal es aliviar e incluso hacer desaparecer el malestar emocional derivados de esa sintomatología. En ocasiones, depende del grado de afectación, las pretensiones son de sanación y desaparición de síntomas y enfermedad.
- Aquel que experimenta problemas de vida que no logra resolver, en un momento concreto de su vida, o que arrastra desde hace tiempo (fracaso escolar, problemas maritales, dificultades para socializar, etc.). disfunciones en la vida cotidiana.
- Aquel que permanece en un estado de insatisfacción vital respecto a si mismo, y del fracaso en la consecución del alcance de una vida “plena”. Saben la persona que quieren llegar a ser, pero no consiguen el objetivo.
- Aquel que no sufre, pero hace sufrir a los demás.
Independientemente de a qué grupo pertenezca, todos ellos tienen capacidad de “decidir” respecto a su tratamiento y sobre si están recibiendo la ayuda que solicitan.
“Decidir” implica:
- Continuación con la terapia. Si la persona considera que le sirve
- Valorar el papel que tiene el usuario dentro de la terapia y las decisiones tomadas conjuntamente o no con el terapeuta.
- La relación con el terapeuta es el pilar fundamental de ambas.
Para ello, ya hemos dicho que conocernos a nosotros mismo, nuestras habilidades y destrezas para comunicar, y conocer al usuario, la disposición que muestra en terapia y las necesidades que demanda tanto explicita como implícitamente.
La comunicación y la comprensión serán vitales para el buen funcionamiento de la terapia. Por ejemplo, saber aquellos que tienen poca autonomía responde con dificultad cuando el terapeuta es poco directivo. Y ello lo manifestamos de forma verbal y no verbal.
Ya en estudios realizados en 1970, se supo que los usuarios valoraban mucho más su recuperación en función de percepciones subjetivas como la personalidad del terapeuta, la capacidad de escucha, el sentimiento de ser apoyado y motivado para la consecución de objetivos, y un lenguaje sencillo y fácil de manejar, que lo que aporta la técnica psicológica en sí misma.
Estas variables y dimensiones de las que hemos hablado, intervienen directamente en la interacción y consecución de resultados satisfactorios en la terapia, y por tanto habrá que trabajar y cultivar aquellas en las que tengamos cierto déficit.
Nuestra concepción para el cambio se basa en la idea del proceso como un continuo de dos caras. No es un proceso lineal y estructurado como se explica en muchos supuestos teóricos.
El proceso, es cambiante, retrocede, avanza…en definitiva, es un proceso que está vivo y que tiene continuidad en el tiempo. Para que quede más claro, podemos tomar prestado a la banda de Moebius.
Moebius fue un matemático alemán descubridor de una banda continua, cuya principal característica es la de estar formada por una sola cara.
Ahora te invito a que veas este fragmento de vídeo donde te lo explico