Aprender a convivir con gente tóxica requiere estrategias y alta autoestima.
Es posible que en algún momento de tu vida te hayas topado con gente tóxica con tendencia a generar mal ambiente y sentimientos negativos a su alrededor. Las llamamos ‘tóxicos’ a menudo provocan desgaste y sobrecarga emocional en quien tiene que sufrirlos. La mayoría de los casos se localizan en el entorno laboral, pero pueden aparecer en otro tipo de relaciones, como las familiares o, incluso, de pareja.
Identifica a la gente tóxica
- Poco empáticos: Solo buscan su beneficio y no les importa lo que provoque en los demás.
- Manipuladores: Saben aprovecharse de la vulnerabilidad emocional de los otros.
- Son victímistas: asumen el papel de víctima, están instalados en la queja continua, y culpan a los otros de su propio malestar.
- Rencorosos: Siempre están reprochando cosas del pasado.
- Envidiosos: Su foco de atención está en lo que les falta y tienen otros. Y equivocadamente para querer sentirse mejor desprecian a las personas que tienen lo ellos desean.
- Autoritarios: Son ordeno y mando para camuflar su propia baja autoestima e inseguridad.
¿Y si lo soy yo?
Si te has sentido identificado con alguno de los rasgos anteriores, tiene solución. Todos podemos llegar a tener comportamientos tóxicos en alguna ocasión. Lo importante es reconocerlo y tener voluntad de cambio. Si no disponemos de los recursos necesarios, podemos acudir a un especialista para aprender a gestionar determinadas emociones.
Por qué actúan así
Las personas no somos tóxicas por naturaleza, pero hay ciertas experiencias vitales que conducen a estos comportamientos nocivos. “Pueden tener su origen en la infancia, debido a carencias y aprendizajes erróneos”, señala el psicólogo Miguel Ángel Rizaldos. Además, suelen ser gente “con autoestima baja y que no tolera las frustraciones”, apunta Irene Ramírez, neuropsicóloga del Grupo Doctor Oliveros. Estos vacíos hacen que encuentren su felicidad poniendo el foco sobre los demás.
Muy contagiosos
En muchos casos, los tóxicos han estado sometidos a otros tóxicos. El contacto reiterado puede provocar mal humor, agotamiento y estrés, emociones negativas que tienen consecuencias sobre el cerebro. “Las hormonas del estrés influyen en la corteza prefrontal, una región que controla las funciones ejecutivas, como la toma de decisiones y la memoria de trabajo”, explica también Ramírez.
Así, empezamos a ver que nuestra atención y memoria fallan, lo que nos produce inestabilidad, frustración e irritabilidad. Nos nos sentimos seguros y podemos acabar repitiendo los mismos comportamientos que la personas que nos han llevado a ese estado. A la hora de lidiar con personas tóxicas hay que evitar cualquier enfrentamiento y recurrir siempre a la asertividad. “Implica razonar con el otro y tratar de que el otro te comprenda a ti. Por último, hay que dar una alternativa como solución”, recomienda Rizaldos. Es decir, debemos hacer saber que escuchamos, pero que algunas actitudes nos hacen daño con la intención de que se pongan en nuestro lugar. Si conseguimos que entren en nuestro terreno, llegaremos a un consenso para evitar la situación conflictiva.
Poner límites.
No podemos olvidar defender nuestros derechos y poner límites la gente tóxica. De lo contrario, aumentará su fortaleza a costa de nuestra debilidad.
El arma más eficaz para evitarlo es querernos a nosotros mismos, lo que nos ayudará a establecer límites y evitar que nos afecten los comentarios destructivos.
Si el vínculo que nos une al tóxico se puede romper, lo más fácil es cortar por lo sano y poner fin a esa relación. Si por el contrario no podemos eliminarlo de nuestra vida o nos duele adoptar una medida radical, podemos intentar reconducir su actitud. Algo que solo conseguiremos si la persona quiere recibir ayuda, pero para ello tiene que haberse dado cuenta del daño que inflige. Una manera de hacerlo es “intentar conectar con esa parte más sana de ellas para ayudarles a entender cómo influyen en la persona que tienen delante”, aconseja la especialista. En este proceso es importante que les reforcemos y apoyemos cuando veamos que están dando los primeros pasos para reconocer su actitud y cambiarla.
“Esta conducta tiene su origen en carencias de la infancia”
La asertividad
A la hora de lidiar con personas tóxicas hay que evitar cualquier enfrentamiento y recurrir siempre a la asertividad. «Implica razonar con el otro y tratar que el otro te comprenda a ti. Por último, hay que dar una alternativa de solución» recomienda Rizaldos. Es decir, debemos hacer saber que escuchamos, pero que algunas actitudes nos hacen daño para que reflexionen sobre su conducta. No podemos olvidar defender nuestros derechos y poner límite al tóxico. De lo contrario, aumentará su fortaleza a costa de nuestras debilidades.
Excelente, soy estudiante de psicología clínica