El interés por el crimen y los asesinos psicópatas en serie se ha convertido en algo muy difundido en la cultura popular actual. Sin embargo, los asesinos en serie son los causantes de menos del uno por ciento de los crímenes en EE.UU. al año y se considera que unos veinticinco están «activos» en un momento dado, según las evaluaciones de Scott Bonn, sociólogo y criminólogo de la Universidad de Drew (Madison, Nueva Jersey).
De todos modos, nos fascina la combinación de crueldad con su aparente humanidad. Un estudio sobre los asesinos psicópatas en serie realizado en 2005 por la Unidad de Análisis de Conducta del FBI concluyó que «no son monstruos y pueden no parecer extraños. Los asesinos en serie a menudo tienen familias y hogares, empleos y aparentan ser miembros normales de la comunidad”. Son expertos en interpretar roles y muy partidarios de parecer normales.
Una de las razones más controvertida del atractivo de los asesinos psicópatas es creer que cumplen cierta función social, de este modo satisfacen nuestras fantasías más vengativas sin tener que hacer nada y sin sentirnos culpables.
¿Por qué nos gustan?
Simplemente por tener curiosidad, algo por otro lado muy humano. Todo lo que tiene misterio nos llama mucho la atención, nos interesa. Queremos ponernos en el lugar del asesino para entender porque lo hace. No engancha el que haya cosas que se nos escapan, que no podemos entender.
En lado opuesto está el héroe que es una figura a la que nos gustaría emular, pero suele comportarse de manera tan perfecta que resulta inalcanzable. Por otro lado, es más fácil y sencillo que nos identifiquemos con las frustraciones, miedos, dudas y errores del asesino.
Nos encandila su libertad, su enfrentamiento con el poder y la autoridad, su parte de triunfo fuera de las reglas sociales. Y nos damos cuenta de que nosotros cada día hacemos cosas simplemente porque hay que hacerlas y para ahorrarnos un conflicto o una amonestación. Esta fascinación puede acabar propiciando que los psicópatas de las novelas o series cobren cierta imagen positiva para nosotros.
En definitiva, dejarse cautivar por el “lado oscuro” puede ser una forma de canalizar nuestros pensamientos y emociones negativas.
¿Es contraproducente?
Leer novela negra puede ayudarnos a enfrentarnos a nuestro lado emocional y cognitivo más oscuro de forma sana, segura y controlada. Está bien que nos asomemos por medio de las novelas y series a la mente de estos personajes psicopáticos, pero también nos debe quedar claro que el crimen no compensa.
Por supuesto, conocemos la diferencia entre la ficción y la realidad: según los estudios, somos más tolerantes con los psicópatas de ficción que con los reales.
¿Dónde está el límite?
Tan solo el uno por ciento de la población son psicópatas y no todos canalizan su psicopatía asesinando. La gran mayoría de crímenes los cometen personas que no son psicópatas. En determinadas circunstancias, un número significativo de humanos seriamos capaces de asesinar, por ello hay controles sociales y consecuencias punitivas.
Un estudio de mi colega Maja Krakowiak (Universidad de Colorado) concluye que juzgamos a los personajes de ficción por sus conductas e intenciones igual que lo haríamos en la vida real.
Lo más atractivo en la vida real debe ser respetar las normas y, por encima de todo, a las demás personas. Asesinar o maltratar a los otros no debe compensar, ni generar bienestar.